Ya la vi, y solo puedo decirles que fue frustrante y humillante, mira que mostrar al pais de esa forma, si bien es cierto que somos un pais tercer mundista,tambien somos un pais extremadamente rico en cultura y en un sin fin de cosas mas. olallo insiste en ponernos justo de la forma como nos ven los gabachos. incluye dos anticomerciales como los que hacia en radiactivo pero me queda claro que lo que hacia que funcionaran tan bien en radio era porque uno se imaginaba las imagenes, ahora que las incluye deja muchisimo que desear. aqui les dejo una critica mas profesional a cargo de César Albarrán
Tras el éxito del aterrador documental de Michael Moore, Masacre en Columbine, se sucedieron una serie de ensayos fílmicos para las masas que, quitándole lo solemne al género, soltaban picotazos a las corporaciones y daban cachetadas con guante blanco a la administración Bush. Algunos (The Corporation, The Yes Men) eran certeros, de andamiaje argumentativo sólido, hilarantes pero inteligentes en su denuncia. Otros, como Superengórdame o Fahrenheit 911 del propio Moore, tomaban casos particulares para generalizar, cayendo en el panfleto, en el discurso que favorece el escándalo morboso sobre la denuncia. ¿Y tú cuánto cuestas?, la desafortunada ópera prima del otrora conductor de radio Olallo Rubio, cae en la segunda categoría, evidenciándose como un vehículo de tufo estudiantil que “expone” sus opiniones personales (e imberbemente omnipresentes) sobre temas tan diversos como la ponzoña del dinero, la legalización de la marihuana, el racismo en EUA, las finanzas de Pemex, el dominio mental que ejercen los medios maquiavélicos (suena a discurso apocalíptico sesentero) y el precio de un riñón en el mercado negro. Esto, aderezado con falsos comerciales que, en tono chabacano aun con su buena producción, rompen con una secuencia de ideas de por sí caótica. Con cámara en mano y enmarcadas con parafernalia audiovisual a la MTV, Rubio realiza entrevistas a individuos en la Ciudad de México (desde el tianguis del Chopo hasta las escaleras de la universidad Ibero) y Nueva York, sacando conclusiones que, intercaladas con una galería de frases célebres, caen en afirmaciones arriesgadas y endebles. Intento de manipulación sin dejo de seducción, el “documental” se arrastra por la pantalla como un caracol, lento y baboso, que no llega a ninguna parte: ni a la burla, ni a la denuncia, y mucho menos al ejercicio intelectual.
VEREDICTO
Para un público de laxitud intelectual o aquellos que piensan que por dejar de consumir en Starbucks están actuando para que el mundo sea un lugar mejor.